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La industria cayó 7,9% en julio pasado respecto a igual mes de 2015

Los pequeños comerciantes cierran sus locales por la crisis en Argentina

La histórica librería porteña, llamada El Vitral, cerró sus puertas y remató 3 libros por 10 pesos (60 centavos de dólar).
La histórica librería porteña, llamada El Vitral, cerró sus puertas y remató 3 libros por 10 pesos (60 centavos de dólar).
Foto: diario24
03 de septiembre de 2016 - 00:00 - Marcelo Izquierdo, especial desde Buenos Aires

“Hace 20 días que no abro la caja y no logro vender una zapatilla”, graficó María, la dueña del negocio Lorenzo Calzado Outdoors’. “Yo pago 2.000 pesos de alquiler ($ 133)  y este mes (agosto) no los pude juntar”, agregó a la prensa local.

La crisis que atraviesa Argentina está dejando un tendal de pequeños comercios cerrados o a punto de bajar sus persianas. No solo la recesión, la elevada inflación del 40%  anual, la baja del consumo y el desempleo creciente le propinaron un durísimo golpe a estos negocios. También la apertura a las importaciones impulsada por el gobierno de Mauricio Macri le dio una estocada a sectores industriales, en especial en los rubros textil y del calzado. La industria cayó 7,9% en julio pasado respecto a igual mes de 2015, según el oficial Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).     

Pero Mar del Plata no es la única ciudad que vive esta realidad. El centro de Buenos Aires es otra cara de la crisis que está acabando con la paciencia y los nervios de los pequeños comerciantes.   

Corrientes y Florida siempre ha sido sinónimo de vida y movimiento en la capital argentina. Corrientes es la avenida más tradicional de la ciudad y Florida la peatonal más reconocida. En su cruce se encuentra la galería Vía Florencia, que tiene entradas por ambas arterias. El panorama es desolador. Catorce de sus locales cerraron sus puertas en los últimos meses por la caída en las ventas y el alza de las tarifas de los servicios esenciales, como la luz y el agua, que llegan al 400%.

Los carteles de ‘se alquila’ o ‘se vende’ se observan entre las decenas de negocios. Uno de ellos es Carrusel Antigüedades. Su dueña, Claudia Godoy, se pasa horas sentada esperando que entre un cliente.

“Hace seis años abrí el negocio y nunca vi algo así. No se vende nada y te suben los impuestos y las tarifas”, cuenta a EL TELÉGRAFO.

Godoy tiene 42 años y dos hijos adolescentes. En agosto no tuvo ganancias. Debe pagar 3.600 pesos de alquiler mensual, 3.500 pesos de expensas (gastos fijos de condominio de la galería) y hasta 1.500 pesos por el uso del baño conjunto para los dueños de los negocios. En total 8.600 pesos ($ 573). “No quise hacer la caja mensual. ¿Para qué? ¿Para deprimirme? Pero sé que no llevé dinero a casa”, afirma.

Godoy está en pleno proceso de reconversión del negocio para sacarle algún provecho. Con la crisis, ¿quién puede darse el lujo de comprar antigüedades? “Por eso ofrezco pequeños regalos para vender aunque sea algo”, señala.

Y agrega: “este es un trabajo insalubre, estresante. Nadie entra al local. Todos los negocios están vacíos. Y camina cada vez menos gente en el interior de la galería porque cuando entran ven tantos locales cerrados que se van”. El único local que parece florecer y siempre tiene gente haciendo fila es un Rapipago, una red de cobranza extrabancaria donde se pagan impuestos y tarifas.

Godoy dice que votó al actual presidente Mauricio Macri en las últimas elecciones. “Yo quería un cambio. No quería más kirchnerismo. Pero no este cambio. Nunca me imaginé esto”, añade.

La galería Vía Florencia es solo una postal de la crisis. Una rápida caminata por la avenida Corrientes, rumbo al tradicional Obelisco de Buenos Aires, da otras pistas en tan solo 500 metros. Es una zona repleta de comercios que aprovechan el enorme flujo de personas que atraviesa a toda hora ese paseo. Ocho comercios ya cerraron sus persianas en ese tramo de la avenida. En la calle Esmeralda, entre Corrientes y Lavalle, un tramo de solo 100 metros, los negocios cerrados son 11. Parece una calle en ruinas en la que sobresale solo el Teatro Maipo, uno de los más famosos de Buenos Aires.

“Algunos están cerrados desde hace años, pero muchos lo hicieron en los últimos tiempos”, dice Kevin, el boletero del teatro.

La gente camina y parece no notar este fenómeno que acompaña a toda recesión. Un sector de la prensa ayuda para mitigar el impacto mediático. En los últimos días cerró una tradicional librería ‘El Vitral’ de esas que solo cierran sus puertas a altas horas de la madrugada y son un orgullo para los porteños. Tras el ‘tarifazo’ sus dueños decidieron cerrar el negocio y liquidar sus libros con una oferta final: tres ejemplares a 10 pesos (60 centavos de dólar). Hubo filas de hasta 200 metros para aprovechar la ‘ganga’. No quedó un solo libro en los estantes.    

El diario Clarín, que en los últimos años denunció una manipulación de la realidad a través de medios afines al anterior gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, no dudó en abrazar ese mismo camino. Se hizo eco de este hecho, pero le dio un giro ‘poético’. El cierre de una de las librerías más tradicionales de Buenos Aires por la crisis quedaba minimizado por un inesperado titular de portada: “Una larga cola que renueva la pasión por el libro impreso”. Otra librería ‘Adán Buenosayres’ se prepara para funcionar como cooperativa. (I)

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Los trabajadores y militantes sociales convergieron en la Plaza de Mayo

Marcha Federal contra ajuste de Macri

Al igual que en 1994 en plena era neoliberal del expresidente Carlos Menem, decenas de miles de trabajadores argentinos reeditaron la denominada Marcha Federal contra la política de ajuste llevada a cabo por el gobierno de Mauricio Macri.

La movilización comenzó el miércoles desde cinco puntos del país hasta converger este viernes en la histórica Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, sede del gobierno. La marcha fue organizada por distintas agrupaciones políticas, sociales y empresariales (como Pymes), cooperativas y las dos vertientes en que está dividida la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), la central obrera no peronista.  

La marcha se realizó en rechazo a “los tarifazos, los despidos y el ajuste” e incluyó el bloqueo simbólico del barrio de Puerto Madero, levantado en los últimos 20 años en el viejo puerto de Buenos Aires y que se convirtió en un símbolo de la nueva aristocracia porteña. Militantes de agrupaciones de izquierda cortaron tres de los cinco puentes que comunican el centro de la ciudad con esa zona de rascacielos, restaurantes y comercios de lujo, la más moderna de la capital.

Todas las columnas de trabajadores y militantes sociales convergieron en la Plaza de Mayo, donde se realizó el acto central, en medio de un caos general de tránsito por la avanzada de las distintas delegaciones.     

El secretario general de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, dijo esperar que esta nueva protesta contra la política económica “sirva de antesala para la concertación de un paro nacional del que participen todas las centrales sindicales para exigir la declaración de la emergencia social, contra el tarifazo y la reapertura de las paritarias”, las negociaciones colectivas de salarios entre los gremios y los empresarios que cerraron aumentos de sueldos del 30 por ciento en promedio cuando la inflación anual proyectada supera ya el 40%.

Las dos CTA (la de los Trabajadores y la Autónoma) están en proceso de reunificación tras dividirse durante el kirchnerismo por el apoyo de un sector al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

El mismo proceso enfrentó la Confederación General del Trabajo (CGT), la central obrera peronista que se escindió en tres durante la anterior administración y volvió a unificarse el mes pasado.  

La CTA impulsa un paro general contra la política de ajuste y busca la adhesión de la CGT, que no adhirió a la Marcha Federal pero viene advirtiendo a Macri con convocar a una huelga nacional ante la difícil situación de los trabajadores. Algunos poderosos gremios de la CGT, como el de los Camioneros y los Bancarios, adhirieron a la Marcha Federal.

Carlos Acuña, integrante del nuevo triunvirato que lidera la CGT unificada, dijo que “el plan económico del gobierno nos está llevando a la ruina. Si no hay respuestas de nuestros reclamos (de reabrir paritarias) vamos a ir a un paro general”, enfatizó. (I)  

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