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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

Un día cualquiera, no es una obra cualquiera

21 de agosto de 2022 - 00:00

A las diez páginas de la novela me vi sumida en un mundo de hace siglos atrás, sin querer salir de él, únicamente me movía la posibilidad de avanzar porque quería descubrir cómo fue la conquista de Tenochtitlán y cómo fue que judíos pudieron vincularse con estos hechos. En medio de una lectura precipitada recordaba que no estaba leyendo una novela histórica sino ficción, pero luego dudaba si era historia, o realmente solo era ficción. En esa disyuntiva la narrativa de Carlos Arcos nos envuelve hasta que no podemos soltar la novela, en donde no importa tanto -aunque sí importa- cómo se desenvuelven los hechos históricos, sino saber qué ocurre con los personajes.

Otra tensión permanente era saber cómo los antecesores del autor pudieron llegar a Quito, si empezó tan lejos como las primeras expediciones, conquistas y batallas, una angustia por saber cómo y porqué terminan desplazándose hacia Birú, o Perú y luego a la Real Audiencia de Quito.

Carlos Arcos nos ofrece una obra con un lenguaje y vocabulario que supondría una investigación exhaustiva del mundo de la época, tanto así que cuando la recuerdo parece que no leí una novela, sino que vi una película. Esta sensación la he tenido varias veces que he leído las novelas de Arcos, igual me pasó con El invitado, incluso llegué a sugerirle que debía hacer un guión y llevarla al cine porque tenía en mi mente las escenas de la novela.

Coincidió que hice un viaje reciente a México y dado que me acompañó mi hijo más pequeño tuvimos que hacer la visita obligada al zócalo, claro está, así como al Museo de Antropología, pero empecé a ver las grandes culturas mesoamericanas. e incluso la conquista, con otros ojos.

En efecto, la lectura de la novela me ha dejado no solo una gran lección de la condición humana, de la vida de los judíos en España, de la grandeza de nuestra civilización, sino también de que no todo en la conquista y la colonización, que desde nuestra perspectiva es la de los malos españoles contra los buenos indígenas, sino que es mucho más complejo, y que esa complejidad solo se adquiere leyendo una literatura que no corresponde solo a la historia sino a la literatura, aquella que puede adentrarse en la compleja condición humana.

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