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El Telégrafo
Alicia Galárraga

Mi última menstruación

04 de octubre de 2020 - 00:00

Mi nombre es Mariela y estoy por cumplir cuarenta y nueve años. Hace poco acudí a una consulta ginecológica de rutina.

Llegué donde una profesional por recomendación de una amiga muy cercana. Lo primero que me preguntó fue mi edad:

-Voy a cumplir cuarenta y nueve, le contesté.

-Entonces, imagino que ya no menstrúa, ¿verdad?

-Todavía sigo menstruando, pero no sé hasta cuándo lo siga haciendo.

-Qué extraño, me contestó. Por lo general, y mucho más en Ecuador, las mujeres dejamos de menstruar alrededor de los cuarenta y cinco años.

Luego siguió:

-¿Y cómo está llevando la transición? porque a mi consulta llegan pacientes que ya dejaron de menstruar y me comentan que tienen depresión; incluso, algunas están con tratamiento psicológico.

No me extrañaron sus comentarios: en las sociedades ecuatorianas y latinoamericanas está arraigado el paradigma que proporciona valor y utilidad a las mujeres mientras, biológicamente, podemos tener hijos y en la medida en que estemos dispuestas a ser madres como única opción para realizarnos y validarnos.

“La mujer se casa cuando puede. El hombre cuando quiere”, sentencia un adagio popular que nos orilla a “buscar marido” para tener hijos como “algo primordial” en nuestras vidas.

Tenemos que apurarnos porque el reloj biológico es implacable y mientras más nos demoremos en lograrlo, corremos el riesgo de ser estigmatizadas y menospreciadas por “solteronas, viejas y amargadas”.

Una vez que lo hemos conseguido, el siguiente paso es embarazarnos. Todo rápido, sin meditarlo, solo “siguiendo el instinto materno que todas las mujeres tienen”.

En esa vorágine, en pocos años tenemos que preocuparnos por envejecer “con dignidad” porque “las canas les lucen a los hombres" pero en las mujeres "denotan descuido y expresan el paso de los años”.

“Qué bueno que usted sigue menstruando, eso significa que todavía es joven”, me dijo otro ginecólogo que visité.

Con sus palabras, él confirma que envejecer, para las mujeres, es un tema tabú. Para él y para la mayoría de la sociedad, a las mujeres nos está prohibido disfrutar estos años a plenitud y careciendo de juicios que nos invaliden o anulen.

Yo, desde mis paradigmas, estoy convencida que ahora empieza la mejor parte de mi vida.

Mis cincuenta años, ¡ahí voy! (O)

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